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Creemos que el movimiento estudiantil, hoy débil y desmovilizado, debe construirse en la calle, encontrarse en la lucha, uniendo sus reclamos y reivindicaciones con el conjunto de los trabajadores, los oprimidos y explotados por este sistema, para así ir avanzando hacia una transformación social de fondo, una revolución que de paso a la libertad y la igualdad.
El sistema educativo en el que estamos inmersos no es una institución neutra, ni mucho menos ha sido constituido para lograr el bien común. El problema no es educación de mayor calidad (genérica, neutra) sino evitar que el punto de llegada del sujeto que pasa años en el sistema educativo sea el analfabetismo político y la renuncia a un compromiso de clase por un cambio social. Es por esto que es necesario volver a vincular política con educación. La forma de hacer esto, además de la denuncia del carácter del sistema educativo, es el compromiso por la organización gremial docente y estudiantil y la puesta en práctica por parte del docente de una pedagogía crítica. Del mismo modo, es tarea de estudiantes y docentes organizarnos para luchar por la democratización en el acceso, la trasmisión y generación de conocimientos. Como estudiantes debemos intervenir activamente en la definición de lo que estudiamos, lo que producimos y para qué y quién lo hacemos, abandonando así el lugar de autómatas incapaces de cuestionarse su rol o participación. Pero de igual modo siendo conscientes que la trasmisión y generación de conocimientos nunca podrán ser lo que queremos mientras exista el orden social actual.
Por otra parte, vemos que, hoy en día, sólo ciertos sectores sociales acceden a la educación formal, es decir, la que brinda el sistema a través de instituciones estatales y privadas. A la vez, sólo ciertos sectores dentro de los que acceden pueden terminar, por ejemplo, la educación secundaria, y menos aún son los que alcanzan los niveles superiores, como
En cuanto a la forma organizativa que nos demos para construir un movimiento estudiantil que sea a la vez herramienta de lucha y participación, creemos que ésta debe permitirnos tomar las decisiones que afectan a los estudiantes, a la vez que traspasar las paredes que se levantan entre las distintas instituciones y los distintos niveles y confluir con las organizaciones que se den en el seno de los trabajadores del ámbito educativo.
Por ello consideramos como principios básicos, la participación horizontal y democrática, con línea política y de acción directa definida en asambleas como máxima instancia de decisión. Así, buscamos la organización de un movimiento estudiantil de izquierda y revolucionario. Propugnamos una organización propia de los estudiantes, que pueda durar en el tiempo, y no sólo para la coyuntura de un conflicto. Que se funde en el principio de la democracia directa y no en el de la delegación o democracia representativa. La organización de los estudiantes debe ser independiente de todo partido político o agrupación, pero en el sentido de que su línea política es decidida por todos los que participan y no es impuesta externamente.
Pero la práctica horizontal por si sola no alcanza para construir una herramienta de lucha. Junto a la autoorganización de los estudiantes debemos realizar la crítica a la manera en que la sociedad y el sistema educativo se encuentran constituidos, permitiendo que algunos pocos exploten y opriman a la mayoría, a los que estamos abajo. A la vez edificando una propuesta de transformación junto a todos los oprimidos y explotados, una revolución de corte libertario que termine con la injusticia social para que nazcan la libertad y la igualdad para todos.