lunes, 26 de octubre de 2009

Toma del Buenos Aires: Haciendo un balance...


Una semana luego de que acabara la toma nos volvemos a encontrar para ir a clases. Pero no podemos olvidar todo el proceso de lucha que se dio unos días atrás y que culminó con la toma del colegio. Debemos reflexionar sobre qué hicimos, por qué lo hicimos y qué debemos hacer ahora.

En primer lugar consideramos más que justo el reclamo por el cual se adoptó esa medida de fuerza. Las autoridades quisieron avanzar sobre el movimiento estudiantil al no autorizar a movilizarnos en la marcha por La Noche de los Lápices. Aún así el turno vespertino decidió salir a la calle en defensa de sus derechos y en conmemoración de los compañeros desaparecidos aquel 16 de septiembre. Pero al regresar nos encontramos con faltas y sanciones para aquellos/as que habían asistido a la marcha. Ante esta situación no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Es por esto que se intentó en vano solucionar el conflicto de los sancionados en las instancias institucionales y supuestamente democráticas del colegio (Consejos Resolutivo y de Convivencia), pero se demostró en varias ocasiones que estos órganos son funcionales a las autoridades y solo sirven para legitimar sus decisiones. Por eso nuestros reclamos tenemos que arrancarlos los estudiantes organizados y en pie de lucha. Fue entonces cuando los estudiantes nos unimos para defender nuestro derecho a movilizarnos, repudiando las posturas autoritarias de la rectora y su séquito. De esta manera, reunidos en una asamblea en el turno noche decidimos tomar el establecimiento.




Si bien rescatamos que las decisiones en su mayoría se tomaron en la asamblea, a la cual se convocaba a la mayor cantidad de estudiantes posible, había dos falencias fundamentales. Por un lado, que en la asamblea se distinguía claramente entre los que dirigían y proponían y los que votaban; y, por otra parte, la creación de pequeños espacios de poder paralelos. Vemos que las asambleas fueron utilizadas por algunas de las agrupaciones para bajar línea y propuestas sin un previo debate que le permita al estudiantado reflexionar sobre qué decisión tomar. Dado que no es posible discutir ampliamente en las asambleas por la gran cantidad de personas que participan en ellas, es necesario crear espacios de debate donde los estudiantes puedan expresar sus inquietudes. Las personas que son de una agrupación pueden reunirse con sus compañeros y discutir en conjunto, pero aquellos que no pertenecen a ninguna rara vez tienen un lugar donde debatir con otros. De esta manera, se genera una separación entre los que 'piensan' (los que son parte de las agrupaciones y tienen la contención de las mismas) y los que 'hacen' (aquellos que no están agrupados). Para evitar esto y fomentar la discusión (también para discutir con personas que piensan radicalmente distinto, cosa que no es posible dentro de una agrupación) pueden organizarse periódicamente comisiones de debate o reuniones por curso, de manera que todos/as tengan la posibilidad de opinar y pensar colectivamente sobre lo que está pasando. Si bien se intentó generar un espacio de estas características, el mismo terminó por desvirtuarse. Nos referimos a las jornadas que se realizaron el lunes 5. Su idea original era que de las comisiones salieran propuestas que se votaran en asamblea, después de haberlas discutido durante toda la tarde. Sin embargo, se convirtieron en lugares donde cada facción trataba de que salieran exactamente, palabra por palabra, las posiciones previamente discutidas a su interna. Así, la asamblea posterior terminó siendo igual a las demás, perdiendo el tiempo en peleas sin sentido sin poder discutir realmente las propuestas surgidas de las bases.
Por otro lado, queremos subrayar algo en relación a como se determinaba el camino a seguir en la lucha, ya que mientras se tomaban decisiones en asamblea, también se generaban ciertos espacios paralelos de poder donde, de hecho, se terminaban tomando muchas decisiones ejecutivas, por más que luego se las refrendara en asamblea. Ejemplos de esto son las reuniones interagrupaciones, de las cuales salían propuestas conjuntas que eran votadas directamente sin la más mínima posibilidad de que todos tuvieran el mismo nivel de debate que llevó a formularlas. También las reuniones de coordinadores para la jornada, donde se proponía una función completamente verticalista de los mismos, que a fin de cuentas terminaron decidiendo qué se iba a pasar a la asamblea y cómo.
También algo que en todas las tomas ocurre pero nunca se lo señala, pero que hace a la división entre dirigencia y dirigidos, es el tema del manejo de la prensa. Se votó que sólo la mesa directiva pudiera hablar con los medios. La verdad es que no son los únicos con la capacidad para hacerlo, ni poseen cualidades especiales que los diferencien del resto. Por lo tanto, si queremos un centro más abierto y democrático, debemos empezar a manejarnos más horizontalmente y elegir delegados rotativos, revocables en cualquier momento y con mandato expreso de las bases, para evitar que la mesa directiva pueda estar en una posición de privilegio.
Por último, es repudiable la actitud de algunas agrupaciones de aparatear los espacios de base para que su postura triunfe sobre el resto. En vez de preocuparse por hacer funcionar los espacios horizontales y democráticos que tenemos para decidir, buscan coparlos, intentando dividir al movimiento estudiantil para erigirse ellos como vanguardia conductora. Por esto, buscan y extreman internas entre las agrupaciones con el objetivo de desprestigiarse mutuamente, que sólo contribuyen a desmovilizar a los/as estudiantes. Estas peleas interagrupacionales han llevado a perder tiempo y fuerzas, ya que, agotados de estar cuatro horas en una asamblea escuchándolas, los compañeros se iban antes de la votación. Y además de la pérdida de tiempo, se generó un clima de desgaste general que resulta contraproducente. Es en parte por este desgaste que no sacamos la lucha a la calle con todas nuestras fuerzas. Si bien se realizaron tres marchas (lo cual es muy bueno), poca gente concurrió a las mismas y se pudieron haber llevado a cabo más actividades (cortes de calle, clases públicas, marchas más numerosas, etc.).

¿Y cómo seguimos ahora?

El lugar en que nos encontramos no es nada fácil. Tomando un poco de distancia de lo ocurrido, tenemos que entender que la toma fue una derrota en cuanto a reivindicaciones. No obtuvimos los reclamos que habíamos planteado en un principio y volvemos al punto de partida, con los consejos a merced de GG que ya nos fallaron en repetidas oportunidades. Ahora, el objetivo debe sobrepasar el plano reivindicativo de los injustos castigos por marchar, para denunciar las prácticas autoritarias de nuestra rectora y su pésimo desempeño ante la situación (postura con la que incluso muchos/as de los/as que estuvieron en contra de la toma coinciden).
De todas formas no nos parece que toda esta situación haya sido en vano, ya que podemos aprender de ella para futuros conflictos. La lucha nos tiene que servir como acumulación de experiencia, para no cometer los mismos errores en el futuro. En este sentido, sólo nosotros, los estudiantes, podemos hacer que esta toma no sea enteramente una derrota. Tenemos que saber ganar tanto en organización como en aprendizaje. A partir de esta experiencia quedó clara la necesidad de un movimiento estudiantil fuerte y organizado desde las bases para defendernos ante el  avance represivo de las autoridades. Las instituciones supuestamente democráticas del colegio son completamente opuestas a los intereses de los estudiantes. Sólo sirven para reafirmar las decisiones de las autoridades y atarnos de pies y manos a ellas. También demostramos una vez más la falta de predisposición al diálogo de González Gass.

Ante esto es claro que la mejor opción para nosotros es la lucha y la acción directa para alcanzar lo que queremos. Se ve el por qué de seguir construyendo en el día a día con militancia de base, acercando cada vez más compañeros a la lucha para construir un movimiento estudiantil combativo que pueda hacerle frente a quienquiera pasarnos por encima.

domingo, 18 de octubre de 2009

Ciclo Básico Común: Una historia que se repite...

Mucho se habla de la exigencia del CBC, de que es un “filtro” de estudiantes y que dura 2 años en vez del año en que está estipulado. Que sirve para nivelar los distintos conocimientos que traen los estudiantes, cuando en realidad genera prácticas excluyentes que aportan a acentuar esas diferencias.

Pero esto no es una condición exclusiva del Ciclo Básico Común, sino que comparte los mismos problemas con el resto de la educación universitaria y hasta con la educación media. Se justifica en la exigencia para con los estudiantes como condición necesaria para la supuesta “calidad” de la educación, calidad que se nos presenta como neutral, pero que es siempre funcional a las necesidades del mercado laboral y la explotación. De esta manera no se consideran muchas cuestiones, como que los estudiantes laburamos para mantener a nuestras familias o para aportar en nuestras casas, o que quizás venimos de una educación media con muchas falencias, profundizando una Universidad sólo para unos pocos, excluyente y elitista.

Pero entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo del/de la docente, que el estudiante aprenda o librar la cursada a una selección natural dónde solamente sobreviva el que mejor se adapta, el que no trabaja, el que no tiene dificultades en su casa para seguir el día a día del estudio, el que puede pagar todos los apuntes, el que no tiene que tomar un tren y dos bondis para venir a cursar?

Sin embargo, podríamos decir que en el CBC es dónde más se nota esta “exigencia”, porque recién estamos empezando la carrera. Entonces vemos a algunos docentes que hacen oídos sordos a las problemáticas que tienen los estudiantes. No se da lugar para discutir y decidir entre todos las fechas de evaluación así como tampoco las modalidades para “evaluarnos”, alegando que nos están preparando para que, cuando tengamos que afrontar responsabilidades en nuestras vidas profesionales, ya hayamos ejercitado el trabajar bajo presión y con obligaciones que nos exceden. ¿Es ésta la “educación crítica” que se imparte en la Universidad? ¿Se nos enseña a aceptar en nuestro sentido común que está bien que seamos explotados y presionados para que, por ejemplo, tengamos que hacer un trabajo que deberían hacer 2 personas? ¿Acaso tenemos que aceptar este tipo de cosas sin chistar?

Basta nombrar el ejemplo resonante en los medios burgueses de los ya 23 suicidios en la empresa Telecom en Francia para ver hasta que punto dejamos nuestras vidas en la fábrica/oficina (http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=29635). ¿Desde cuando tenemos que aceptar que es normal poner el trabajo (a cambio de míseros salarios) por delante de nuestra salud, vida, dignidad?

Vale mencionar que aquellos docentes que nos imparten, desde su “investidura de autoridad”, su conocimiento y nos inculcan la cultura de la explotación, son también trabajadores explotados por el Estado. Muchos laburan ad-honorem o con sueldos por debajo de la canasta básica y, sin embargo, no se solidarizan con los estudiantes que también laburan o que vienen a la facultad con un gran esfuerzo del bolsillo de sus familias.

Es por esto que ante estas actitudes y problemáticas que se plantean en las aulas, debemos dar la discusión de qué educación queremos y para qué la queremos, construyéndola desde abajo (y no desde arriba, vale decir). Discutiendo entre quienes somos los principales afectados por la exclusión que genera la Universidad (con sus actuales prácticas que intentan reproducir el orden vigente) y decidiendo sobre las cuestiones que nos involucran directamente, sin intermediarios, desde cada aula, cada pasillo, desde abajo y en la lucha.

lunes, 5 de octubre de 2009

Toma en el Colegio Nacional Buenos Aires

¡ARRIBA LOS QUE LUCHAN!
¡BASTA DE CASTIGOS!


En las últimas semanas se evidenciaron las prácticas autoritarias de nuestra rectora para con el resto de la comunidad educativa. En primer lugar, no autorizó que nos movilicemos en una fecha tan importante para el movimiento estudiantil secundario, como es el aniversario de la Noche de los Lápices, donde levantamos las banderas de los derechos humanos y de la educación pública. Alguien que dice defender estos ideales no puede bajo ningún concepto castigar a los estudiantes por participar de una movilización de este carácter.
Como era de prever, los espacios institucionales encargados (supuestamente) de resolver ‘democráticamente’ estos conflictos sirvieron como legitimación de las decisiones de González Gass. Esto nos demuestra una vez mas que el camino para conseguir nuestras reivindicaciones no está en los espacios institucionales que nos cede la autoridad. Somos los estudiantes organizados y en pie de lucha los que debemos arrancarles nuestros reclamos mediante la presión y la acción directa. Por ello, reunidos en una asamblea es que decidimos el único camino posible ante la intransigencia de la rectora, luego de haber agotado todas las instancias de diálogo burguesas.
Vale remarcar entonces que la toma, como medida de lucha, no es extremista, sino que es una importante herramienta con la que contamos los estudiantes organizados desde abajo. Debemos tener en cuenta que es la forma más fuerte de reclamar y conseguir reivindicaciones que pueden no ser aceptadas por las autoridades por ser contrapuestas a sus intereses. Si empezamos a dudar de ella, nuestro movimiento no tiene futuro en cuanto a conquistas de peso, como la democratización, el aumento de presupuesto u otras cuestiones sociales. Con la toma, mostramos la capacidad que tenemos los estudiantes si nos organizamos. González Gass, acorralada, se ve obligada a amenazar a docentes y estudiantes y a mentirle a nuestros padres a través de los medios de comunicación, para desprestigiarnos e intentar derrotarnos.
Sin embargo, para que la toma funcione es necesario un compromiso y una conciencia de lucha por parte de cada uno de nosotros/as. De lo contrario, sólo una pequeña porción del estudiantado termina (aunque con buenas intenciones, claro está) poniendo el lomo en la mayor parte de la lucha, en la cual defendemos los derechos que afectan al conjunto. De esta forma se corre el peligro de que la toma quede manejada y sostenida por un pequeño grupo y no por todos los involucrados en el conflicto.
Por último debemos pensar como influye e influirá esta experiencia de lucha en nuestro movimiento. Tenemos que aprovechar esta coyuntura para acumular experiencia sobre organización y así evitar repetir los mismos errores. Es importante que luego de esta toma la lucha continúe y no termine siendo un mero hecho anecdótico, sino que debe servirnos para construir a futuro un movimiento estudiantil más fuerte, combativo y organizado desde las bases.
De esta forma, contaremos con una organización de los estudiantes lo suficientemente fuerte como para pelear por nuestras reivindicaciones y nuestros derechos.
¡Que las autoridades lo piensen dos veces antes de querer pasarnos por encima!

¡ORGANIZACIÓN Y LUCHA DESDE ABAJO!
¡NINGUNA FALTA NI SANCIÓN POR SALIR A LUCHAR!
HAGAMOS VALER NUESTRA FUERZA Y
ESCUCHAR NUESTRA VOZ
MEDIANTE LA ACCIÓN DIRECTA



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