martes, 2 de marzo de 2010

¿Cátedras “nuevas” en Ciencias de la Comunicación (UBA)?

En las últimas semanas, ha circulado la información de que la carrera de Ciencias de la comunicación ha desdoblado cinco de sus cátedras. Haciendo gala de ser la Dirección de tal carrera, el pináculo que decide cómo se conforman nuestros estudios transformó el sentido de la idea de “pluralidad” de cátedras (que constituía un reclamo de años atrás) en simple y llana “duplicación”. Sin embargo, el presente escrito no apunta tanto a señalar una denuncia que ya ha sido realizada, sino más bien a reflexionar por el modo en que aquellos interesados en el tema del plan de estudios encaramos estos reclamos.

Cabe aclarar, que no resulta caprichoso hablar de duplicación en esta reforma. Los ahora titulares en las nuevas cátedras, eran profesores adjuntos o bien integrantes reconocidos de las cátedras que antes eran únicas en sus respectivas materias. No es casual que estas cátedras son cercanas o forman parte de la agrupación Nexo y a nivel nacional acuerdan con el proyecto K, como puede verse en la participación del proyecto sobre la Nueva Ley de Medios Audiovisuales. Dos de estos referentes son Glenn Postolski, próximo Director de la carrera y Kaufman, ultimo director, ambos ligados a Nexo.

Es decir que ahora tendremos más cátedras, pero no por ello habrá mas pluralidad de perspectivas, sino más cursadas con el mismo corte ideológico. En aquel reclamo, que por el año 2007 varias agrupaciones llevaron adelante, se pretendían muchas cosas y entre ellas se encontraba lograr que haya cátedras paralelas con otras orientaciones a las que ya existían en la carrera. A esto refería la idea de “pluralidad” y no simplemente a que haya mas cursadas con los mismos contenidos dentro. Desde luego que parece barroco aclarar, que no solamente toda esta reforma se hizo sin llamar a un solo concurso público o convocar a la Junta de Carrera (omitiendo la misma institucionalidad que la institución promulga), sino que como puede verse, las principales cabezas burocráticas de la facultad han recibido importantes tajadas de un presupuesto que, dicho sea de paso, parece más destinado a repartirse en cargos que a solucionar los problemas edilicios e infraestructurales que la facultad a simple vista muestra.

Mal que nos pese, la reforma ya es un hecho, y la pregunta política que ahora debemos hacernos aquellos interesados en el devenir de la formación académica es dónde militar el cambio que buscamos. En simple apariencia los mecanismos institucionales para que aquellos que no se encuentran en la cúspide burocrática de la facultad puedan influir en una reforma del plan de estudio, existen: la Junta de Carrera, lograr mediante consejeros un “cerco de enmiendas”, etc. La institución no se permitiría a sí misma la crítica liberal de que no ofrece canales dentro de su estructura donde tengan lugar las demandas de la comunidad sobre la que gobierna, así fuera que los ofrecidos no sean más amplios que los de una simple ranura. Sin embargo, no sólo se confirma una vez más la nulidad de tales mecanismos, sino que bien nos cabe la pregunta de que si por ese camino podemos lograr algún tipo de lazo con buena parte de los estudiantes.

Más allá de si la reivindicación triunfa o no (ya se trate de una reforma en el plan de estudios o un edificio único para sociales), en un arco importante del pensamiento de izquierda, podríamos coincidir en que lo importante de cara a conformar un movimiento es el saldo organizativo y los lazos de base que en la lucha se puedan generar. Si la militancia del tema pasa por acudir a los mecanismos que la academia nos ofrece, solo se genera un circulo comunicativo entre “representantes” e institución, que en el mejor de los casos puede llegar a los estudiantes a través de algún comunicado. Es decir que resulta bastante complicado que mediante este círculo se establezca algo de debate o discusión en los cursos ni entre los estudiantes, como para lograr que un cambio en el plan de estudios sea un reclamo sentido y llevado adelante por organización desde las bases. Agregando a ello que está por demás probado que una reivindicación que se combate con esos medios tiene muchas más chances de lograr cambios efectivos, que la militancia superestructural que las instituciones académicas promulgan como caminos válidos.

Es cierto y sabemos bien que la temática del devenir formativo de los estudiantes de Ciencias de la Comunicación es algo que en principio, sólo interesa a algunos profesores, a los estudiantes ya organizados, y a otros tantos con interés de inserción académica. A la vez, no es menor que estas pequeñas reformas sean cada vez más burocráticas, cada vez más hegemonizadas institucionalmente por una sola agrupación de profesores y graduados como Nexo, y que los que abogamos por un cambio sustancial en el plan de estudios sigamos jugando el rol de comentaristas de lo que esa agrupación hace. Mea culpa debemos hacer por no haber logrado en este tiempo los lazos necesarios entre estudiantes y entre profesores. Pero luego de autoflagerlarnos un rato, deberíamos comenzar a pensar cómo lograr que un cambio en el plan de estudios, comience a ser sentido por un grupo más amplio de estudiantes que el estrecho grupo al que hoy podría movilizar, y que a los que sí puede movilizar, se den las formas de organización durables que impidan que las decisiones queden en manos de unos pocos.

Para lograr esto, es necesario la participación de más y más estudiantes y docentes, para que las reformas de los planes de estudio y de todo lo que nos incumbe como parte de la carrera y de la Universidad no sea decidido por unos pocos.

Juntémonos, discutamos, pensemos propuestas, activemos en cada curso, en cada pasillo de la facultad. Organicémonos y luchemos para que todos y todas decidamos sobre nuestra carrera!



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