jueves, 16 de diciembre de 2010

Con las asambleas ganamos la lucha y con la delegación ganó la derecha

En las últimas elecciones del CECSo, el 51,22% de los votos (3310) fueron dirigidos a agrupaciones que militaron en contra del proceso de lucha llevado durante 45 días por los estudiantes y apoyaron las políticas de la gestión. Esta foto resulta paradójica si se tienen en cuenta las medidas y formas de organización que el movimiento estudiantil adoptó para arrancarle al Estado las reivindicaciones que otras generaciones de estudiantes supieron conquistar y que hoy no tenemos. ¿Cómo puede pasar que durante casi dos meses nos esforzamos en construir unidad para la lucha y el actual centro de estudiantes se debate entre vetar o no las políticas kirchneristas? Desde una perspectiva libertaria, creemos que un mecanismo de delegación tal como el de la existencia de una comisión directiva, es contradictorio con la organización asamblearia estructurada en comisiones de base, y que por lo tanto resulta nociva para la construcción de un movimiento estudiantil de lucha.

Este mecanismo de delegación llamado “comisión directiva” consta (esquemáticamente) de una presidencia y 15 vocalías, que tienen un voto cada una y se reparten según los porcentajes alcanzados en las últimas elecciones. El resultado actual de este sistema es éste: la suma de votos en comisión directiva de las agrupaciones que participaron en el proceso de lucha llevado adelante este cuatrimestre (La Juntada, La Comuna y La Toma), no llega siquiera a igualar la suma de votos de las agrupaciones que militaron en contra de la lucha (UES, Proyecto Nacional, y El Mate). De modo que, en el mejor de los casos, las agrupaciones de izquierda lograrían empatar las políticas impulsadas en comisión directiva por las agrupaciones oficialistas disputando el voto de la Franja Morada (que se ampara en bajo el “seudónimo” de Nuevo Sociales)…..


¿Irónico? No tanto. No es la primera vez que la derecha logra ocupar mayor cantidad de cargos en las estructuras delegativas posteriormente a un proceso de lucha, que los que ocupaba antes de ello. Luego de la toma del rectorado en 2002, La Vertiente (entonces perteneciente al ARI, y hoy kirchnerista) ganó las elecciones del centro de estudiantes a pesar de que fueron otros los compañeros que lograron el edificio de Ramos Mejía para Sociales. Yendo a otra escala y momento, luego del Mayo francés de 1968, la derecha gaullista ganó las elecciones presidenciales a las que se llamó para “ordenar el país” luego de la revuelta. Desde luego que no pensamos que la solución a estos retrocesos sistemáticos pasa por no luchar, pero tampoco creemos que pasen por erigir una dirigencia distinta, por más de izquierda que se reivindique.


La supuesta “participación política” que se da en el marco electoral, se reduce a meter un papel en una caja de cartón una vez al año, incluyendo formalmente a las decisiones sobre el centro de estudiantes a compañeros de aula que bien poco hacen por sostener algo de las propuestas más o menos de izquierda que supuestamente se votan, o que, peor aún, están en contra de un centro de estudiantes de lucha (tal y como lo reflejan los últimos resultados electorales). Incluso, por más que se agite la idea del “voto conciente” desde la izquierda clasista, ello no se traduce en participación directa, sino que, muy por el contrario refuerza, la distancia existente entre los compañeros que apoyan políticas de izquierda y la falta de organización comprometida para llevar adelante esas políticas. Por estas razones es que propugnamos por un centro de estudiantes de acción directa, en el que sean los mismos estudiantes que luchan día a día los que tomen las decisiones sobre esas mismas luchas que llevan adelante.


Esta última cuestión es la que creemos que hay que militar, apuntando a construir organizaciones de base coherentes con las tantas propuestas que se agitan en las volanteadas electorales. “Capitalizar” un momento de movilización importante en la lucha estudiantil, no significa estratificar ello en más cargos para tal o cual agrupación, sino en lograr más participación organizada, de base, y durable en el tiempo. Consideramos que ésta tarea es hoy más importante que nunca, por la influencia que tendrá el kirchnerismo y la derecha peronista en la comisión directiva del centro de estudiantes, aunque entendamos que se trata de un deber constante, dado que rechazamos toda construcción política jerárquica. ¿Qué es lo que hay que dirimir a través de una comisión directiva que no podamos discutir menos mezquinamente y más fraternamente en asambleas periódicas, en donde el voto de todos los que participan vale lo mismo? Así fue cómo el movimiento estudiantil supo encontrar su rumbo durante casi dos meses, y así es como creemos que tiene seguir buscándolo.



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